La reciente polémica entre Lionel Messi y la MLS tiene múltiples matices mezclando aciertos y errores. Desde el inicio, el torneo tenía base legal para sancionar al astro argentino con una suspensión de un partido por su ausencia en el MLS All-Star Game celebrado en Austin, Texas la semana pasada. No se trata de que la sanción fuera totalmente justa, sino que esta normativa, vigente desde 2018, es estricta y se aplica sin excepción.

El viernes pasado, Jorge Mas, copropietario del Inter Miami, calificó la política de la MLS de “excesiva”, criticando la obligación para que estrellas participen en el partido de exhibición. Esta regla se implementó para asegurar que los nombres más atractivos del torneo estén presentes en el evento espectáculo. Y ciertamente, nadie tiene más tirón que Lionel Messi.

Messi se ausentó del All-Star Game y fue sancionado con una suspensión. Posteriormente, en una rueda de prensa inesperada, Mas defendió a los jugadores sancionados, asegurando que tanto Messi como Jordi Alba (quien también rechazó participar) estaban “muy decepcionados” por perderse el encuentro ante el líder FC Cincinnati, que terminó 0‑0 el sábado. Hizo hincapié en el apretado calendario que Messi había soportado: 9 partidos en 35 días, disputando cada minuto. Horas antes, el entrenador Javier Mascherano sugirió trasladar el All-Star Game al fin de semana, permitiendo a los futbolistas descansar mejor entre partidos.

Messi no fue la primera superestrella en perderse el All-Star. Antes, Zlatan Ibrahimović, durante su etapa en LA Galaxy, también rechazó participar argumentando que el evento “no estaba a su nivel”, declarando con altanería: “Vengo de un mundo diferente, del mundo real.”

Desde el inicio, el All-Star Game fue concebido como un evento de exhibición, algo remoto dentro de la estructura tradicional del fútbol global. Aun así, el comisionado de la MLS, Don Garber, defendió la suspensión de Ibrahimović diciendo que este partido era “el evento más importante que organiza la liga”.

“Tenemos reglas claras: premiamos a quienes participan y sancionamos a quienes, junto con su club, deciden no presentarse”, explicó Garber en 2018. “Este es un procedimiento correcto”.

Pero la realidad es otra. No se puede considerar al All-Star Game más relevante que una final de la MLS Cup. Es un momento simbólico para convocar figuras influyentes en el fútbol estadounidense: una oportunidad de networking y de realzar el prestigio del campeonato.

La exigencia de que Messi participe activamente sin importar el contexto revela una visión ingenua de la MLS. Messi ya aporta mucho al torneo simplemente jugando con el Inter Miami. Sus goles en partidos como el del Club World Cup o su serie de duplas en seis de las siete últimas fechas generan viralización global. Cuando su equipo comparte en Instagram su enlace para el Season Pass en una cuenta con 506 millones de seguidores, la MLS también se beneficia.

Para valorizar el “efecto Messi”, el torneo debe ofrecerle flexibilidad, no imponer normas rígidas. Aunque MLS Cup debería ser la prioridad para Inter Miami en 2025, no el All-Star Game. Y aunque Messi solo ha concedido una rueda de prensa desde su llegada a Estados Unidos —en 2023, antes de la final del Leagues Cup—, los medios locales siguen anhelando más interacción.

MLS ha ignorado su oportunidad de modernizar esta normativa. El propio Don Garber admitió recientemente que la suspensión fue “una decisión muy difícil” y reconoció la enorme contribución de Messi al torneo: “Nadie ha aportado tanto a la MLS como Lionel Messi”.

Esa declaración tardía pone en evidencia que la liga perdió la oportunidad de ajustar sus normas. Además, no comunicar con antelación la ausencia de Messi convirtió todo el evento en una sombra. Garber admitió: “Deberíamos haber actuado antes… no hay excusa”.

En el panorama global, cada vez más atletas de élite evitan partidos de exhibición: 23 jugadores de la NFL rechazaron el Pro Bowl el año pasado, reforzando la percepción de que estos eventos ya no son relevantes para los grandes nombres.

¿Realmente espera la MLS que Messi juegue un partido de exhibición contra estrellas de la Liga MX solo por el espectáculo? ¿Vale la pena montar un acto simbólico con figuras como Sergio Ramos, que voló a Austin y vistió el brazalete con solemnidad?

Todo este caso fue manejado con torpeza. Podría caer en el olvido, excepto si el empate entre Miami y Cincinnati —donde Messi solo presenció el partido desde la grada junto a su amigo Rodrigo De Paul— termina costándole a Miami el Supporters’ Shield 2025. Pero lo más importante es que, mientras Messi siga en la MLS, la liga debe aprovechar su legado con respeto y estrategia, sin dejar que todo se escape otra vez.