El gobierno de Estados Unidos ha intensificado su presencia militar en el Caribe, enviando un dron de guerra de última tecnología, el Sail Drone Survivor 3000, en una misión directa hacia Venezuela. Este dron, de 20 metros de longitud y 15 toneladas de peso, es el vehículo no tripulado más grande del mundo y está diseñado para operar en alta mar, donde la lucha contra el narcotráfico se intensifica. Su despliegue marca un momento crítico en la creciente tensión entre Washington y el régimen de Nicolás Maduro, que se encuentra acorralado.
Desde su salida el 24 de agosto de 2025 desde San Thomas, este dron ha estado en rumbo directo hacia aguas venezolanas, desafiando la prohibición impuesta por Maduro sobre los drones voladores. La dictadura teme tanto la inminente amenaza que ha prohibido incluso la compra de drones en el país. En un contexto de creciente presión, el gobierno de Trump ha elevado la recompensa por información que conduzca al arresto de Maduro a 50 millones de dólares, acusándolo de vínculos con redes de narcotráfico.
En medio de este despliegue militar, la oposición venezolana, liderada por María Corina Machado, ha denunciado al régimen como una estructura criminal que ha devastado al país y ha desestabilizado la región. Con el apoyo de naciones vecinas como Trinidad y Tobago y Guyana, Estados Unidos está consolidando su estrategia para erradicar la influencia del narcotráfico en la región.
El cerco se estrecha alrededor de Maduro. Con el respaldo militar estadounidense y la creciente presión internacional, la caída del régimen parece inminente. La libertad para Venezuela está más cerca que nunca, y el tiempo de cambio ha llegado. Los días de impunidad de la dictadura pueden estar contados, mientras el pueblo venezolano espera ansiosamente la llegada de un nuevo amanecer.
