El presidente Nicolás Maduro ha declarado el “final” para Venezuela en un discurso incendiario que marca un punto de inflexión en la relación del país con Estados Unidos. En una medida extrema contra el gobierno de Trump, Maduro ha enfatizado la fortaleza de su régimen y la determinación de su pueblo frente a lo que califica como una “guerra multiforme” del imperio norteamericano.
Durante su intervención, Maduro hizo hincapié en la creación de una doctrina militar propia, destacando la unión entre el poder militar y el poder popular como pilares de la defensa de la soberanía nacional. “Nunca seremos patio trasero de ningún imperio”, afirmó con vehemencia, mientras llamaba a la resistencia y a la construcción de un futuro “justo, democrático e igualitario” para Venezuela.
El mandatario también se refirió a la “falsa narrativa” que rodea a su gobierno, rechazando las acusaciones de narcotráfico y enfatizando la paz y la estabilidad que, según él, ha logrado su administración a pesar de las sanciones internacionales. Maduro aseguró que la nación está más unida y preparada que nunca para enfrentar cualquier desafío, haciendo un llamado a la movilización de las fuerzas populares y militares en defensa de la patria.
Las palabras de Maduro resuenan en un contexto de creciente tensión geopolítica, donde el país sudamericano se encuentra en el centro de la atención internacional. Con un discurso que mezcla historia, ideología y un fuerte sentido de patriotismo, el presidente busca consolidar su poder ante las adversidades externas e internas, mientras su gobierno enfrenta críticas y presiones internacionales.
La situación en Venezuela sigue siendo crítica, y las declaraciones de Maduro podrían tener repercusiones significativas en la política regional y global. El mundo observa con atención cómo se desarrollan los acontecimientos en un país que sigue siendo un símbolo de resistencia en América Latina.