María Félix, la icónica estrella de la época dorada del cine mexicano, falleció hace 23 años, pero su legado y su tumultuosa vida amorosa siguen cautivando al público. A lo largo de su carrera, que abarcó 47 películas desde 1943, María se destacó no solo por su belleza sino también por sus apasionadas relaciones, incluyendo matrimonios con figuras emblemáticas como Jorge Negrete y el compositor Agustín Lara. Sin embargo, antes de su muerte, confió que el verdadero amor de su vida fue su hermano, José Pablo Félix, un amor prohibido que dejó una huella imborrable.
Desde su adolescencia, María se enamoró de su hermano, un amor que sus padres intentaron reprimir al enviarlo a una academia militar. La trágica muerte de José Pablo, considerada un suicidio, dejó a María con un profundo dolor, un sufrimiento que la acompañó el resto de su vida. A los 17 años, buscando liberarse de la presión familiar, se casó con Enrique Álvarez, un matrimonio que pronto se convirtió en un verdadero infierno.
María, aclamada por su talento y su carácter indomable, se adentró en el mundo del cine casi por casualidad. A lo largo de su carrera, se casó con Agustín Lara, quien le dedicó la famosa canción “María Bonita”, y tuvo un romance tumultuoso con Jorge Negrete, culminando en un matrimonio que duró poco más de un año antes de su prematura muerte.
A lo largo de su vida, María vivió intensamente, desafiando las expectativas y eligiendo a sus parejas en lugar de ser elegida. Su última relación significativa fue con Alex Berger, un matrimonio marcado por el lujo y la tristeza tras la pérdida de un hijo y la muerte de su esposo. A pesar de sus desengaños, María siempre mantuvo una visión clara sobre el amor y sus elecciones, dejando un legado que continúa fascinando a generaciones.