El viaje no fue fácil. Succar enfrentó la negativa inicial de las licencias, un proceso que se extendió por años y que lo llevó a volar a Los Ángeles para presentar su proyecto directamente a los representantes de la familia Jackson. Con determinación y pasión, logró captar la atención necesaria y, tras un arduo proceso de negociación, obtuvo el visto bueno para versionar los clásicos de Jackson, un hito inédito en la industria musical.