La tragedia ha golpeado a la República Dominicana con la muerte del icónico merenguero Ruby Pérez, quien fue encontrado sin vida entre los escombros de la discoteca Jetset tras un colapso devastador durante su esperado concierto. La noche del 7 de abril, la alegría se transformó en horror cuando parte de la estructura del local, ya comprometida por un incendio en 2023, cedió bajo el peso de la multitud, dejando un saldo trágico de al menos 58 fallecidos y más de 155 heridos.
La discoteca Jetset, conocida por ser un templo del merengue, había generado gran expectativa con el evento. Sin embargo, a pesar de las denuncias sobre su estado lamentable y las grietas visibles en su infraestructura, el evento continuó. Minutos antes del colapso, Ruby Pérez, con su carisma habitual, encantaba a los asistentes, ajenos al peligro inminente.
Testigos describieron un estruendo ensordecedor cuando la estructura se vino abajo, atrapando a músicos y fanáticos por igual. La escena fue caótica: gritos de pánico, polvo y humo llenaron el aire, mientras la tragedia se desataba en cuestión de segundos. Los servicios de emergencia, tardíos en su llegada, lucharon por rescatar a los atrapados, mientras la confusión reinaba en las calles.
La conmoción se extendió rápidamente por el país. Artistas, políticos y ciudadanos expresaron su dolor y rabia en redes sociales, mientras el presidente Luis Abinader declaraba tres días de duelo nacional. La indignación crecía a medida que se conocía que este desastre pudo haberse evitado.
La búsqueda de sobrevivientes continúa, pero la esperanza se desvanecía con cada hora que pasa. La comunidad dominicana se enfrenta a un dolor profundo, lamentando la pérdida de un ícono y cuestionando la responsabilidad de quienes permitieron que esta tragedia ocurriera. La historia de Ruby Pérez se convierte en un recordatorio sombrío de la fragilidad de la vida y la necesidad de priorizar la seguridad sobre la diversión.