**El Sitio de Melilla (1774 – 1775): Resistencia y Valor en Tiempos de Guerra**
En el extremo norte de África, Melilla, una fortaleza española, se convirtió en el epicentro de un asedio que marcaría la historia militar de España. Desde diciembre de 1774 hasta marzo de 1775, la ciudad resistió un ataque brutal del sultanato alauí, dirigido por el ambicioso Sultán Mohamed III, quien movilizó un ejército de 40,000 hombres y artillería británica para borrar a Melilla del mapa.
Los defensores, liderados por el Mariscal de Campo Juan Sherlock, contaban con apenas 3,250 soldados. A pesar de estar superados en número y recursos, lucharon con valentía, reparando las murallas y manteniendo en alto la moral de la población civil, que se refugiaba en cuevas, esperando el desenlace del conflicto. El 9 de diciembre, el rugido de los cañones enemigos resonó en Melilla, pero la resistencia fue inquebrantable. Cada ataque fue repelido con precisión, destacando la destreza de sus artilleros.
El asedio se tornó aún más complicado cuando un soldado desertor reveló información crucial al enemigo. Sin embargo, la traición fue castigada con muerte, y los defensores continuaron luchando con renovada determinación. Tras meses de bombardeos constantes y explosiones devastadoras, la situación dio un giro inesperado en marzo de 1775. La Armada española interceptó un convoy británico, privando al sultanato de suministros vitales. Con el ejército enemigo debilitado, el 19 de marzo, el Sultán ordenó levantar el sitio.
La victoria de Melilla no solo fue un triunfo militar, sino un símbolo de la resistencia española ante adversidades abrumadoras. La ciudad, que había enfrentado lo imposible, se erige hoy como un monumento a la valentía y el espíritu indomable de sus defensores. La historia del asedio perdura en la memoria colectiva, recordando que, incluso en los momentos más oscuros, la voluntad de un pueblo puede prevalecer.