Una tragedia conmovedora ha sacudido a la comunidad tras el asesinato de Valeria Márquez, y una niña, que ni siquiera la conocía, ha sido el rostro del dolor colectivo. Este emotivo suceso ocurrió cuando la pequeña, acompañada de su madre, llegó al lugar donde Valeria perdió la vida. Aunque no eran familiares ni vecinas, la niña no pudo soportar la noticia de su muerte. Con lágrimas en los ojos, la madre de la niña reveló que Valeria había sido un ángel en la vida de su hija, pagándole las clases de natación sin esperar nada a cambio, solo por el deseo de ayudar.
Mientras el mundo se llena de rumores y especulaciones sobre el crimen, esta niña se presenta como un símbolo de amor y bondad. Recordando a Valeria no por el escándalo, sino por la alegría que traía a quienes la rodeaban, la pequeña colocó una veladora en su honor, un gesto de gratitud que va más allá de lo material. “Venimos a regresarle un poquito del amor que ella le ofreció a mi hija”, dijo la madre, mientras el llanto resonaba en el ambiente.
El legado de Valeria Márquez no se mide por su perfección, sino por la luz que dejó en quienes la conocieron. En medio de tanto sufrimiento, esta historia resuena con la verdad de que el amor puede perdurar, incluso cuando la vida se apaga. La comunidad llora su pérdida, pero también celebra la bondad que ella compartió sin esperar reconocimiento. Valeria ya no podrá abrazar a aquellos que la amaban, pero su espíritu vive en los corazones de quienes aún la recuerdan con cariño.