En un espectáculo sin precedentes de descontento popular, más de 600,000 personas inundaron las calles de los 50 estados este sábado, desafiando la indiferencia de un presidente que prefirió jugar al golf en Florida en lugar de atender las preocupaciones de su nación. Las protestas, que abarcaron desde Chicago hasta pequeños pueblos en Idaho, fueron una explosión de frustración contra los recortes, la privatización de servicios esenciales y la erosión de la democracia.