La reciente cumbre del G7 en Canadá ha culminado en un fiasco palpable, marcado por divisiones profundas sobre la crisis en Ucrania y la falta de consenso sobre nuevas sanciones a Rusia. Con la inesperada marcha de Donald Trump, quien abandonó la reunión para atender una urgencia en Washington, los líderes mundiales se encontraron en un mar de buenas intenciones pero escasos avances concretos.